TRANSIBÉRICA 2022, ¡EL RETO!
Albert Valiente tenía un reto, vivir la TRANSIBÉRICA 2022. Su primera participación en una carrera de ultradistancia real. Todo lo demás habían sido test, pruebas en solitario y desafíos.
"En mi track 3.423 km. 53.936+. Número de gorra: #1"
Partiendo de esta base, tenía claro que la mejor manera de afrontar esta prueba sería desde la humildad y el respeto que este recorrido se merece. Aunque si os soy sincero, también quería buscar mis límites y llevarme un gran aprendizaje por el camino.
13 de Agosto
Es un día muy curioso porque la carrera no empieza hasta las 21:00 así que prácticamente tienes toda la jornada libre, quitando el tiempo de recoger dorsal, GPS y bolsa de regalo.
Al principio me pareció demasiado tarde, pero después se me hizo hasta corto. Había tanto que hacer aún que las horas se pasaban como si fuesen minutos. Hice las últimas compras en Bilbao (medicamentos, cables, cargadores...), revisé bien la bici por si después del viaje se había visto afectada y me dispuse a llenar mi cuerpo de gasolina.
Nos tomamos la última caña, en bastantes días, en una taberna que conocía Roberto en la que podías elegir los pintxos mientras conversabas del peso de la bici con bolsas, de las estrategias o planificaciones de los corredores. Lo primero que aprendí es que aquí nadie se guarda nada, son compañeros y comparten todo lo que saben, cada uno con sus "truquitos" y eso me gusta.
Todo listo para que empiece la competición, chispea. Hacemos los primeros km neutralizados creando una serpiente de luz bastante llamativa mientras aprovecho para ir cargando el track que tarda más de la cuenta en hacerlo. Primeros nervios.
Dan la salida por fin y en la primera rotonda el grupo se divide por cada salida generando 4 grupos de un plumazo y quedándome con 2 compañeros únicamente. El track no me cargaba... pero me acordaba de cabeza de estudiarme previamente los primeros km (todos en realidad) de la Transibérica.
Me avisaron que, al principio, la gente sale demasiado fuerte pero iba con Julian y Miguel que parecía que controlaban bien el ritmo. Pronto nos dimos cuenta que hasta el CP1 compartiríamos recorrido. Decidimos rodar a gusto e ir charlando. A veces alguien se quedaba subiendo, otros bajando, uno se meaba y otro paraba a ponerse un chubasquero pero a la postre teníamos mismo ritmo y se generaba una goma muy divertida. Todo el mundo sabía que se presentaba por delante una de las pruebas más solitarias del mundo, así que dejas de darle importancia a quien está, simplemente gozas de su compañía.
14 de Agosto
Mi intención al empezar tan tarde el sábado era no dormir la primera noche y enlazar con el primer día completo, a partir de ahí, ver como el cuerpo lo asimilaba e ir a sensaciones. Me doy cuenta que la estrategia era la correcta ya que adelanto muchas posiciones y paso por el primer punto de control en tercera posición. La ausencia de "gallos" fomento esto pero me importaba bien poco, solo quería sentirme lo mejor posible durante el mayor tiempo posible.
Fue muy bonito ir cruzando pueblos que estaban en fiestas y ver cómo la gente se lo pasaba bien en las orquestas mientras nosotros pasábamos pedaleando.
La zona del CP1 era preciosa, otro de los motivos por los que quería hacer la TRANSIBÉRICA, por su turismo nacional y de interior. No defrauda. Entre Burgos y Soria avistamos unos corzos pastando, compartiendo pradera con unos molinos de viento al amanecer, esta fue mi recompensa por haber aguantado despierto toda la noche.
Hacemos una alianza no pactada Miguel Ángel, dorsal 29 (que terminó tercero) y yo, ya que llevábamos el mismo track. Preferimos hacer algún km extra pero evitar desnivel acumulado innecesario, así que vimos que íbamos dirección Pamplona y rodamos juntos. Era muy emocionante ver cómo coincidías con otros participantes que iban más despacio pero paraban menos o que seguían un track diferente al tuyo. Una sensación muy extraña, cómo te puede alegrar tanto ver a alguien que tan apenas conoces pero al que te une un vínculo, la Transibérica.
Me impresionaba (al principio) la cantidad de comida que pedían, a cualquier hora, y por supuesto lo imité. Aprovechas para cargar batería, literal y figuradamente. A seguir.
Mucho viento, muchísimo, coincidimos con Anatole (2º acabó) que rodó unos buenos km con nosotros y compartimos una comida en un pueblo con mucho encanto de La Rioja. Pronto nos separamos porque llevaba una estrategia de ir más lento parando menos tiempo (acertada). Sentía felicidad de ver cómo las piernas seguían respondiendo y eso era gracias a echar tanta gasolina en cada parada y la adaptación del cuerpo centrándose en lo básico. Tengo sueño.
Primera noche en un hostal con cena incluida, buen trato y por fin una ducha y una cama, dura poco. 4 horas de sueño. Aproveché para encender el móvil y ver que mi familia, amigos y conocidos me estaban siguiendo por el track oficial de la prueba. Me emocioné mucho. Contesté todo lo que pude y me puse la alarma.
15 de Agosto
Son las 4:00 de la madrugada. Te despiertas sin pensar, como un autómata, te vistes, te tomas el bocadillo de tortilla de patatas y el café que amablemente nos dejó preparado el día anterior el hombre que regentaba la pensión. A seguir.
Cada vez que te subes a la bici, haces como un chequeo de todas las partes de tu cuerpo. Los primeros km pestosos, típicos de circunvalación de ciudad con sus polígonos y demás, pero vas bien para ir sumando km y despejándote sin darte cuenta. Así fue, fuimos los dos riders que más al oeste cogimos Pirineos para subir por el embalse de Eugi. Fue una subida muy tendida y bonita que te aproximaba mucho a la frontera con Francia. La otra cara no tenía nada que ver, buena carretera eso sí, pero muy empinada y con curvas que nos depositaba, casi sin tregua, en el primer pueblecito de Francia llamado Aldudes. La zona tenía mucho encanto, cosa que me daba motivación, porque para el CP2 Col du Tourmalet quedaban, fácil, unos 200 km.
Cada vez que te subes a la bici, haces como un chequeo de todas las partes de tu cuerpo. Los primeros km pestosos, típicos de circunvalación de ciudad con sus polígonos y demás, pero vas bien para ir sumando km y despejándote sin darte cuenta. Así fue, fuimos los dos riders que más al oeste cogimos Pirineos para subir por el embalse de Eugi. Fue una subida muy tendida y bonita que te aproximaba mucho a la frontera con Francia. La otra cara no tenía nada que ver, buena carretera eso sí, pero muy empinada y con curvas que nos depositaba, casi sin tregua, en el primer pueblecito de Francia llamado Aldudes. La zona tenía mucho encanto, cosa que me daba motivación, porque para el CP2 Col du Tourmalet quedaban, fácil, unos 200 km.
Fue una etapa muy bonita por pueblos muy pequeños. Por la mañana olían a mantequilla así que paramos a desayunar en Saint-Étienne-de-Baïgorry. Fue gracioso ver como mi compi, tras entrar en una panadería, pedía 2 cosas de cada y yo creyendo que pedía por mí, le di las gracias,. Él extrañado me dijo: "¿por qué? Si todo esto es para mí, tú pídete lo que quieras." Nos tomamos un café gigante y calentito, parece mentira para ser agosto... pero hasta ahora habíamos pasado más frío que calor. El dueño del bar no nos quiso dar agua del grifo para llenar los botellines, nos envió a una fuente que no tiene agua. Al ver la escena, un amable vecino nos invitó a su casa y nos lleno todos las botellas. Nos preguntó hacia dónde nos dirigíamos, al responder que al Tourmalet el hombre nos ofreció más agua y ánimos.
Hubo algún puerto de montaña y un terreno rompe piernas pero según nos acercábamos al Tourmalet predominaban vastas extensiones de llanura verde. Visitamos supermercados para coger más alimentos tipo zumos, sandwich o napolitanas, también café y golosinas. Calculaba que cada 1h30 / 2h gastaría 1.000 calorías y para llenar ese vacío hay que meter mucho al cuerpo. En la jornada anterior hicimos 500 km lo que supone un gasto aproximado de 10.000 calorías. ¡De locos! En ningún momento miré medias, ritmos, potencia, ni pulso. Solo fui con la pantalla de la navegación y a sensaciones.
Pasamos por Lourdes, un lugar espectacular pero con mucho tráfico. Había que ir con cuidado, ningún susto, aunque la caravana de coches nos iba a acompañar más de lo deseado. Es sobrecogedor acercarse a una gran cordillera como es Pirineos. notas como te van encerrando en el valle. La emoción me embarga, iba a cumplir uno de mis sueño, subir el Tourmalet y tras hacer una pequeña parada para llenar (y vaciar también) encaramos la aproximación al puerto, lo llamamos el pre puerto porque era ascensión todo el tiempo con pendientes del 2-3%, pero sin cesar.
Por fin en Luz-Saint-Sauveur, donde oficialmente empieza el puerto y donde nos encontramos a un grupo de amigos que iban también de bikepacking, saludamos y seguimos con la ascensión. Lloro mientras pedaleo, los coches no cesan pero me da igual, cojo mi ritmo y para arriba. Primeros km muy pestosos hasta que encaras la otra falda en la pista de esquí, pendiente más alta, praderas peladas y una visibilidad muy buena, de hecho, no ver hasta dónde había que llegar habría ayudado psicológicamente. Se descuelga Miguel Ángel, con mi desarrollo no podía ir más lento así que cada uno a su ritmo, hice alguna foto y cada placa del kilometraje me arrancaba una lágrima. Último km, sigo llorando pero ya no sé si de emoción o de cansancio porque el último km es significativamente más duro que el resto, como la guinda del pastel. Todos los coches que me cruzo bajan las ventanillas y me dicen "Allez, allez" con una sonrisa complice sintiendo que ya no quedaba nada para conseguirlo. Correspondiente foto arriba, como algo, me abrigo y espero a mi compi, que llegó al poco. Juntos encaramos el descenso por la otra cara, no tan soleada y calmada. La bajada fue frenética, viendo pintadas en el suelo de equipos y ciclistas profesionales. Todo el tiempo me embarga una sensación de congoja... sentía que eso sí eran puertos y montañas de primera categoría y no los puertecitos que subía y bajaba por mi tierra (me van a matar por decir esto).
La bajada es muy larga y voy temblando de frío, aprovecho para estirar, me duele el cuello. Paramos a cenar y una señora muy pintoresca nos prepara unos platos combinados que nos supieron a gloria. Allí coincidimos con otro participante que hicieron noche allí. Seguimos dispuestos a afrontar el desafío de dormir a la intemperie tras buscar un pueblecito tranquilo y protegido del frío y viento. Fue una experiencia muy divertida y más fácil de lo esperado, por el cansancio, supongo, te vale cualquier sitio. El sueño fue complicado por que M.A. se puso a roncar y a mí me costaba dormirme, cuando lo conseguí me despertó diciéndome que no podía dormir y le pregunté si era por mis ronquidos. Se rió y dijo que tenía frío. Dormiríamos 2 horas máximo, no sé ni dónde estaba pero decidí seguir.
La bajada es muy larga y voy temblando de frío, aprovecho para estirar, me duele el cuello. Paramos a cenar y una señora muy pintoresca nos prepara unos platos combinados que nos supieron a gloria. Allí coincidimos con otro participante que hicieron noche allí. Seguimos dispuestos a afrontar el desafío de dormir a la intemperie tras buscar un pueblecito tranquilo y protegido del frío y viento. Fue una experiencia muy divertida y más fácil de lo esperado, por el cansancio, supongo, te vale cualquier sitio. El sueño fue complicado por que M.A. se puso a roncar y a mí me costaba dormirme, cuando lo conseguí me despertó diciéndome que no podía dormir y le pregunté si era por mis ronquidos. Se rió y dijo que tenía frío. Dormiríamos 2 horas máximo, no sé ni dónde estaba pero decidí seguir.
16 de Agosto
Amaneciendo nos pasó lo más bonito del viaje: una cierva huyendo de nosotros por una pradera, saltando vallas, yendo a la misma velocidad y en la misma dirección durante unos segundos, impresionante.
Fue un tramo muy bonito que nos llevó hasta otro no tan bonito, hablando de desnivel. Llegamos al Vall d'Aran en busca del famoso tunel de Vielha, la organización nos habilitó un carril lento para cruzar. El propio túnel era como subir un puerto de 5-6km pero en una recta... posiblemente de lo más duro a nivel mental que he hecho. Allí adelantamos a la pareja de franceses que estaban parados en el arcén, uno de ellos vomitando, las fuerzas se van yendo. Ese túnel te deja a las faldas del pico Aneto, poca broma. El frío que hacía era importante, otra vez temblando en la bajada larguísima deseando llegar a algún pueblo para entrar en calor y coger periódicos. Ese pueblo se llama Vilaller, siempre le tendré un cariño especial al bar que me salvó la vida con su bocadillo gigante donde metieron todo lo que tenían en la cocina, un café con leche gigante. Amenizado por un grupo moteros que alucinaron con la ruta que llevábamos, incluso nos ofrecieron casa en Lleida, por donde pasaríamos en un futuro.
El CP3 sería el Embalse de Sallente que en km no estaba relativamente lejos pero en desnivel íbamos a meter unos 10.000m + en 2 etapas. Hasta llegar a él, mucha carretera ratonera, puertos de montaña y siempre un paisaje alucinante. Después del almuerzo decidimos separarnos y rodar solos, la posición agresiva de mi bici y llevar ruedas de 25 empezaban a pasarme factura y el cuello me empezó a molestar. La ascensión al embalse fue durísima por larga y por tener rampones importantes. Me pareció curioso adelantar a un participante que me adelantaba todos los días (él iba más lento pero paraba mucho menos así que siempre me pasaba) eso me hizo pensar sobre la estrategia. Lo mejor de la carrera nos esperaba arriba, dos compañeros de la organización montaron una carpa con bollería, cafés y sillas para descansar. Estuvieron allí desde el primer al último participante, olé ellos. Además me recomendaron bajar a Lleida por Balaguer, lo tenía así en el track y me reconfortó esa información. Al bajar era la hora de comer y paré en un pueblecito donde me volví a encontrar a M.A. y 3 participantes más, comimos y cada uno tiró o para arriba o para abajo.
Bajando me vuelve a doler el cuello, estaba forzando las cervicales. Terreno de sube y baja pero rápido. Dirección Balaguer, tormenta, horas más tarde, mucho calor. Tuve que adelantar la parada en Lleida, era un suplicio pedalear las últimas 4 horas con un fuerte dolor de cuello. Me empiezo a preocupar. Busqué un sitio para dormir y un fisio, que no encontré. Me compré una pomada y pronto a la cama. Iba a hacer una parada más larga de lo normal pero la intención era recuperar el cuello. Me despierto cansado y con dolor de patas. Bajo a recepción donde muy amablemente me dan la bici y emprendo la marcha, solo con algo de molestia en el cuello. Cojo la nacional II dirección Zaragoza a buen ritmo, en principio me tenía que desviar antes de llegar allí pero los dolores siguieron aumentando y me empecé a marear. Fueron las 6 horas y media más duras que he hecho en bici, la suerte fue que la carretera no comprendía ninguna noción técnica ya que era una recta larguísima por la estepa. Yo solo me tenía que centrar en mirar la línea blanca del arcén y seguirla, la cabeza me dolía enormemente si la levantaba, aun así de vez en cuando, por seguridad, tenía que mirar. Paré en varias gasolineras, hice estiramientos y empezó el aire en contra. Todo mal. Llamé a varios centros de fisioterapia en Zaragoza mientras almorzaba en un bar y avisé a mi familia y amigos que se estaba complicando la aventura. Más ánimos no me pudieron enviar, cosa que agradezco.
Cuando llegué al cruce que debía tomar y seguí recto para llegar a Zaragoza sentí mucha pena y llegar a la ciudad se me hizo eterno. El dolor fue a más y me pasó algo que ni sabía que pudiera ocurrir. Se me "caía la cabeza" literalmente. Los músculos del cuello colapsaban y no podían aguantar el peso de mi cabeza. Mi posición en la bici era, con una mano donde apoyas el codo en el manillar de triatlón y la otra mano sujetándome la cabeza...
En Zaragoza decidí comer en un Mcdonalds antes de la sesión de masaje donde el chico me preguntó qué estaba haciendo. Cuando le dije que llevaba 1.400 km y me quedaban otros 2.000, flipó. Me recomendó que no siguiera, yo le dije que me infiltrara como a los futbolistas o pilotos, pero me dijo que él no podía. Volví a descansar todo lo que pude y al día siguiente salí a ver qué pasaba. Ya no tenía la cabeza en la prueba. Se me olvidó cargar el GPS que nos daba la organización, me dormí antes de poner la alarma y perdí varias hora, un desastre. Aunque en esos momentos, lo único que me importaba era poder seguir.
17 de Agosto
Ni 80 km aguanté... me puse a llorar desconsolado por la impotencia, no me esperaba este revés. El propio Carlos Mazón se intereso por mi estado y me dio algunos consejos. También me contó que en una prueba a un británico le pasó lo mismo y se puso una percha entre los hombros y el casco para sujetarse la cabeza, aunque quedando tantos km... me entendió. Me sentí muy decepcionado porque curiosamente de piernas iba bien (todo lo bien que puedes ir después de esto) pero me despedía de esta aventura con la sensación de que repetiría en futuras ediciones con un aprendizaje bestial. Me quedo con el ritmo que llevé hasta entonces y toda la experiencia adquirida. Hay que tener en cuenta que sientes la competición por mucho que quieras ir a tu ritmo y eso fue una motivación extra, aunque también te puede pasar factura. Eché de menos hacer más fotos del viaje.
La vuelta en autobús me la pasé escuchando podcast sobre lo que me había pasado y demás dolencias típicas, para informarme. También agradecí el seguimiento que me hicieron. Y miré fechas de pruebas para 2023...
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